Pasé noventa años de mi vida planeando los últimos cinco.
Los veía acercarse a paso constante, lentamente acechando tras de mí. En mis años de estudiante de laboratorio observaba con repulsión a mis mentores, con sus pieles arrugadas, orejas caídas y sus articulaciones desechas por el tiempo. Sentía como, de una manera insignificante, sus vidas eran proféticas de la mía. Con cada uno que enterraba podía sentir a la muerte acechando al siguiente, y al siguiente, y al siguiente en una interminable cadena cuyo fin era el fondo de un agujero donde todo era olvidado.
Y mientras más avanzaban las manecillas de mi reloj biológico, de la misma manera avanzaba mi impulso de rechazar tal destino. Si me iría, lo haría luchando. No tomaría la mano del padre tiempo como un colega. Me revolcaría, gritaría y pelearía contra su mortal toque. Lo haría percibir mi disgusto por su avance.
Para mis ochenta años en la tierra, el trabajo de toda mi vida se encontraba cerca de su terminación.
Sesenta años me había tomado perfeccionar la formula. Sesenta años de intentos fallidos y éxitos engañosos. Sesenta años de ver ratas retorcerse hasta la muerte en mi misión de alcanzar la eterna vida. Sesenta años de sentir esa sombra acechando a mis espaldas. De ver mi piel arrugarse y sentir mis huesos sollozar.
Me tomó cinco años más descubrir el secreto. La llave que abriría la puerta hacia mis más grandes fantasías.
Cinco años ¿Acaso puedes creerlo? En plena carrera, y me tomó media década descubrir lo que estuvo bajo mis narices todo este tiempo.
Me golpeó de repente una tarde mientras veía el noticiario. En medio del reporte del clima para la semana, un chillido ensordecedor se dejó venir, seguido por un aviso de alertas especiales. Reportaban que un joven había estado jugando en el bosque cercano al instituto, cuando desapareció sin dejar rastro alguno. Tras una breve entrevista con sus despechados padres, la imagen de esa criatura tomó el ancho y largo de la pantalla, y en sus lisas facciones y ojos llenos de esperanza, encontré la respuesta.
Muy pronto podré extraer los componentes necesarios para el procedimiento. Tan pronto como las madres del vecindario anuncien la hora de dormir.