A pesar de los primeros indicios de demencia, el sazón de la abuela aún era espectacular. Toda la familia se deleitó de su pozole. Hasta el perro recibiría una buena porción de huesos y cueros. Se los pusimos en su tazón, pero el rechoncho canino no se ha aparecido. Pensándolo bien, nadie lo ha visto o escuchado desde que llegamos a comer….